KIBORG es una potente inyección de acción rogue-lite que combina lo mejor del combate cuerpo a cuerpo, tiroteos frenéticos y una ambientación cyberpunk oscura. Sobaka Studio logra un juego que es tan desafiante como adictivo, ideal para quienes buscan partidas intensas y progresión constante. Puntuaciones Gráficos: ★★★☆☆ (3/5) Visuales estilizados con efectos de gore satisfactorios y diseños cyberpunk coherentes. Cumple su función aunque sin detalles de última generación. Jugabilidad: ★★★★★ (5/5) Combate rápido, fluido y brutal. El sistema de mejoras y personalización es profundo y permite experimentar con múltiples estilos de juego. Banda sonora: ★★★★☆ (4/5) Música electrónica intensa que acompaña perfectamente la acción. Efectos de sonido contundentes. Historia y ambientación: ★★★☆☆ (3/5) Trasfondo oscuro y original con decisiones que impactan en la progresión, aunque sin desarrollar profundamente su potencial narrativo. Rejugabilidad: ★★★★★ (5/5) Altísima gracias a las mejoras permanentes y la generación procedural. Optimización: ★★★★☆ (4/5) Funciona fluido sin problemas técnicos destacables. Progresión con "datos" Cada partida te permite recolectar datos (moneda especial) para invertir en un árbol de mejoras estratificado. Desde ciberimplantes ofensivos hasta mutaciones biomecánicas, estos datos te permiten desbloquear ramas de habilidades permanentes que transforman tu estilo de juego. Un sistema adictivo que recompensa cada intento. Pros y Contras Pros: ✅ Combate visceral y satisfactorio ✅ Sistema de progresión con datos muy adictivo ✅ Personalización profunda con 50+ upgrades ✅ Alta rejugabilidad Contras: ⚠️ Gráficos funcionales pero no espectaculares ⚠️ Dificultad desafiante para principiantes Conclusión KIBORG brilla en jugabilidad y progresión. El sistema de datos añade profundidad estratégica, mientras que el combate te mantiene en tensión constante. Si priorizas acción sobre gráficos ultradetallados, este es tu juego. Puntuación final: 8.5/10 – Recomendado Mi Gameplay: https://youtu.be/v-k6pbum_Dk Un abrazo, Paul