Cada vez que juego este juego, no puede evitar encontrar nuevas formas de romper las barreras de balance que te coloca, y eso es lo mejor. Es un juego que te arroja a un entorno extraño, navegarlo al principio te va a partir las bolas, pero entre más agarras maestría en sus sistemas y logras interpretar el mundo, te sientes como en casa. Se tiene de todo, desde saber como configurar un matadero de simios para alimentar mi adicción a ese pequeño subidón de serotonina que me da picarle al botón de mutar para que me salgan brazos y ojos hasta por la uretra; hasta incluso averiguar que puedo tomar control del cuerpo de criaturas para alcanzar inmortalidad práctica que me da influencia sobre todo el mundo desde la comodidad de mi pueblo favorito junto con mi gato fosforescente. Como todos los roguelikes, es un juego entretenido que de verdad te recompensa por saberle. Si no le sabes, pues te mueres, y así poquito a poquito le empiezas a saber más. O también puedes ver una guía, para el impaciente.